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ALICE SARA OTT

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ALICE SARA OTT

 Alice Sara Ott nacida en Alemania en 1988 es uno de los nuevos valores del piano europeo. Su carrera, iniciada a edad temprana, como procede en estos casos, empieza a tomar un interés excepcional. Deutsche Grammophon le ha echado el lazo y como todo lo que toca el sello amarillo, las giras se han multiplicado. Alice tiene lo mejor de cada escuela: la disciplina oriental sin parecer esas prodigiosas pianistas de sol naciente de digitación vertiginosa pero que poca emoción añaden en su fría concepción artística; y lo mejor de la tradición europea entendida ésta como un reposado espíritu armónico que dota a su interpretación de la impronta de un poso que permite entrever a la gran pianista que ya es.

Grabados ya los Estudios de ejecución trascendental de Liszt en 2009, los Valses de Chopin en 2010 y los conciertos números 1 de Liszt y Tchaikovsky, este año ha tocado el turno a los Cuadros para una exposición de Mussorski, donde Alice ha puesto en escena lo mejor de su medida sensibilidad.

En su visita a Madrid junto a la OCNE ha demostrado la madurez interpretativa que se le suponía, en el número 1 de Tchaikovsky magníficamente interpretado, con un gusto exquisito y una sobriedad que es digna de alabar, lejos de estridencias y de efectismos.

Recomendamos especialmente las grabaciones para Deutsche de los conciertos número 1 de Tchaikovsky y Liszt

Última actualización el Martes, 09 de Diciembre de 2014 08:48  

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kaadish

 

KADISH POR MAHLER ARNOLDO LIBERMAN

SEFARAD

 

Es difícil reseñar el libro de un amigo porque uno cae en las redes de la sospecha, bien es cierto que si el amigo es Arnoldo Liberman toda sospecha se disipa, ya que el bueno de Arnoldo no necesita amigos que reseñen sus libros porque somos sus amigos los que buscamos a sus libros y no a la inversa. En esta ocasión entona un Kadish por Mahler; si supiera Mahler lo mucho que le debe a Arnoldo, le compondría una Canción para un compañero de viaje. Arnoldo describe como siempre ese hito vital que es para él, y para muchos de nosotros, la Viena finisecular. Ese entorno del fin del mundo ese “Austria Erit in Orbe ultima” ese barranco al abismo en el que existió Mahler, ese triple apátrida, ese mundo de última cultura que esperó a los bárbaros, cuando estos ya le habían hecho a Zweig dudar de la vida. Arnoldo preciso y precioso como siempre, con su pureza cristalina y límpida, profunda y sincera como una Canción a un niño muerto.