BRUNO WALTER, EL GENIO AMABLE

Domingo, 31 de Enero de 2010 19:20 ALVARO FRAILE
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CICLO GRANDES DIRECTORES

BRUNO WALTER EL GENIO AMABLE

    Siempre se ha interpretado la vida de Bruno Walter (Bruno Schlesinger) desde la perspectiva mahleriana. Lo cierto es que Walter, en sus propias palabras, no podría haber entendido su propia vida sin la omnipresencia de Mahler. Su idolatría trascendía el aspecto meramente musical para unir su propio criterio vital con las de su admirado maestro. Bruno Walter comienza muy pronto como no puede ser de otro modo si se aspira a llegar a algo, sus estudios de piano llegando a ser un gran intérprete. La vida le arrima a Mahler y Mahler le arrima a la dirección, a cambiar su apellido y a evolucionar en Austria.

Viena es inicialmente el punto de partida de una nueva serie de ideas en la dirección e incluso en la composición. El ambiente de la Viena anterior a la dominación nazi, es el caldo de cultivo idóneo para el desarrollo intelectual y personal de Bruno Walter. Pero la anexión de Austria todo lo impregna del tinte totalitario que un intelectual de su talla no puede soportar. Europa era la idea que subyacía en el pensamiento de los intelectuales más preclaros entre los que se encontraba Walter. Sus trabajos esporádicos en Holanda, Alemania y Austria, que fuero sus cuarteles en la preguerra, se vieron truncados por el imperialismo nazi, ahogando buena parte de esa cultura germana que como buen berlinés, siempre entendió bien acendrada. Aceptando en primer término la nacionalidad francesa, son los Estados Unidos la salida natural para reencontrarse con esa libertad perdida que tanto se añora cuando se pierde tan solo un segundo. América era ya otra cosa, el nuevo continente estaba dispuesto a restar la ventaja que la vieja Europa esta dilapidando en guerras crueles. Las dos guerras supusieron el despegue de Estados Unidos. La fuga de cerebros de Europa alimentó la sed de cultura e historia y Bruno Walter estaba allí para aprovechar las oportunidades en esa tierra que parecía diseñada para los sueños. Bruno comienza la a trabajar con grandes orquestas de nuevo cuño, y otras de mayor arraigo como la Orquesta de Chicago, Nueva York o Los Angeles. El desarrollo de la música clásica en Estados Unidos alcanza en esa época gran altura. El modo templado y poco agresivo de su conducta y modos en la dirección, unidos a su excelente visión comercial le ubican como uno de los directores más influyentes de la América de los cuarenta. No obstante Bruno añora Europa y tras la guerra trata de regresar a los Olimpos de la música: Salzburgo, Viena, Berlín... Desde su residencia de Beverly Hills observa el panorama musical como desde una atalaya que le permite alternar la esporádica dirección con proyectos discográficos destacados. El elenco de grabaciones que deja Walter es extenso, si bien la figura del director siempre será interpretada desde la óptica mahleriana como un testigo cualificado de un periodo convulso y preconizador de un nuevo orden.

Última actualización el Domingo, 31 de Enero de 2010 19:57