CELEBRANDO A LISZT

Domingo, 09 de Octubre de 2011 08:29 DANIEL LOPEZ FIDALGO
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LISZT

 El 22 de octubre de 1811 nace en Raiding, Imperio Austriaco la gran figura de la música húngara de todos los tiempos:  Franz Liszt , ese hombre al que estábamos acostumbrados a ver en las fotos de los libros, ya anciano, con un pelo pajizo y nariz pronunciada, es uno de los puntales de la historia de la música y del ideario musical europeo. Eclipsado tradicionalmente  por las grandes figuras, esencialmente por la triada (Mozart, Bach ,Beethoven), Liszt es un referente interpretativo  y un compositor que se incardina en el acervo cultural europeo desde sus hondas raíces austrohúngaras y que irriga el espíritu musical de la vieja Europa como lo hace el Danubio de Magris.

  Su vida es la de un genio esforzado que lejos detenerlo todo fácil cincela su técnica a base de sacrificio y estudio.  Su infancia puede recordar a la de Mozart, niño prodigio, caminos y caminos de aquí para allá, recorriendo salas de conciertos, palacios, teatros… Protectores, aquí  recordamos a Esterhazy, sueños de perfección, aquí aparece Paganini. La impresión que el genio del violin causa a Liszt es la base de  su virtuosismo pianístico. Liszt ama la música por encima de todo y ese amor solo puede conservarse transmitiéndolo. El Liszt maestro influye y mucho sobre casi todos los grandes talentos de la época; la docencia es para él el brazo que se extiende a la posteridad, el deber de un hombre  es transmitir todo lo que es, todo lo que sabe. Entabla buena relación con todos sus alumnos, especialmente  con Von Bulow y con Wagner, ambas relaciones tamizadas siempre por la presencia sentimental de su hija Cósima.

La vida de Liszt está tiene hitos que coinciden con los avatares y desgracias que suceden a sus hijos. Las muertes de Blandina y Daniel en un periodo de tres años le sumen en una profunda depresión. Son los años de retiro espiritual. Se sumerge en el mundo conventual, escapa del ruido lacerante del mundo exterior, y de los sonoros tambores de su tristeza.  El monasterio del Rosario en Roma es el muro que lo separa de la melancolía. Entra en la Orden de los Franciscanos aunque nunca fue sacerdote, como se lee en alguna parte.

Liszt encarna la esencia de la virtud, filántropo convencido siempre ayudó a quienes estaban a su alrededor y lo hizo siempre con fervor, ayudó a músicos y alumnos no sólo con el magisterio de su sabiduría, sino económicamente, cualquier desgracia social era atendida de inmediato, donó dinero  a hospicios y hospitales, reconstruyó teatros que habían sido pasto del fuego, protegió a compositores e intérpretes, y ayudó a Wagner, ayudó sobre todo a Wagner de quien decía que encarnaría el futuro de la música europea.

La figura de Liszt inundará seguramente las programaciones de salas de toda Europa, buen momento para recordar al hombre.

  

Última actualización el Domingo, 09 de Octubre de 2011 08:32