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CHOPIN, CENTENARIO

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CHOPIN EL GENIO SENCILLO. Javier de Blas

 

Estamos de celebración, como cada aniversario de nacimiento o muerte de un gran compositor proliferan los recopilatorios y las ediciones especiales, siempre a la caza del melómano. Lo cierto es que le aniversario como concepto “revisited”, que dirían los sajones, es un acicate para la industria discográfica, que en el sector de música clásica sufre muy poco en comparación con otros, en lo que a ventas se refiere. Este año, toca principalmente, Chopin. La figura del compositor polaco y su vida de corte esencialmente romántico en toda su extensión, son un buen motivo para volver  a localizar su biografía y obra, bien extensas ambas.

 Chopin supone a la música un soplo de aire fresco e innovador, sobre todo en lo que a la composición pianística se refiere. Los modos prerrománticos ya presagiaban la nueva creación que vendría y el romanticismo crea por completo una estética musical que encuentra en el piano el medio idóneo para la plasmación de unos sentimientos que parecían olvidados. En este contexto, Chopin crea una obra que engarza, como eslabón perfecto, lo anterior y lo posterior. Mima el piano como nadie. Supo plasmar en papel pautado, unas sensaciones que proceden de su carácter melancólico y también enfermizo. Esa especial sensibilidad que se deja notar a cada momento es la seña de identidad de toda su obra que está impregnada de la mayor ternura que es posible escuchar. Comenta el psiquiatra polaco Iascewich que la sensibilidad de Chopin desciende a partes iguales de su carácter y de los miedos que lo forjaron. Su debilidad física vino acompañada de un carácter, que si bien, fuerte en la creación , estaba empañado de una melancolía sempiterna. Esa melancolía es la que brota de sus conciertos para piano a raudales. Momentos sublimes como los de su concierto nº 1 en el que parece que el piano fuera un manantial cristalino que fuera a romperse en un arrebato de sensibilidad. Su vida personal, jalonada de amoríos y desamores, siempre sufridos, son el matiz perfecto para su personalidad. La relación con George Sand, tan tratada por sus biógrafos, s solo la punta de un iceberg bajo el que se esconden sensaciones de hastío y depresión unidas otras de súbita alegría por amores furtivos. Una mirada, un gesto de una mujer hermosa, desencadenaban en Chopin toda una cascada de sensaciones que se plasmaban en su música de forma inmediata. Quizás sea uno de los compositores en cuya obra se dejan sentir de manera más viva y vivificante el fluir de los sentimientos que manan de su corazón y cabeza.

Que duda cabe que este aniversario es un buen momento para acercarse a un compositor que hace de cada audición una delicia. Deutsche Grammophon ha puesto a la venta a precios realmente asequibles grabaciones maravillosas entre las que destacan las de Maria Joao Pires de las Polonesas y el disco Memory de Lang Lang que es un homenaje al mejor piano, que desde luego, incluye al compositor que reinventó el piano

 

Última actualización el Domingo, 25 de Abril de 2010 17:55  

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Newsflash

STONER

  

STONER. JOHN WILLIAMS

Editorial Baile del Sol

 

Esta es la historia de un libro bellísimo, de un libro olvidado durante años que no ha tenido el éxito que merece en nuestro país, pero acabará teniéndolo, estamos empeñados en ello. Gracias a editorial Baile del Sol y a su trabajo inteligente podemos disfrutarlo

Stoner es la historia de un hombre común, un hombre vulgar, héroe de su propia cotidianeidad. Un hombre como los de Capra, un hombre como James Stewart, ese americano medio que renuncia a sus sueños fagocitado por la abrumadora presencia de la vida, pre diseñada, que urde sus hilos invisibles como Aracne. Stoner, cuya presencia es una piedra, una losa en cada página del libro es un hombre de Missouri, labrado a la usanza de la vieja América, siempre tan nueva. Medio rural, granja, padres esforzados y favores debidos. Losa de un esfuerzo de la generación precedente con el que uno parece sentirse siempre en deuda;  esa deuda es la losa, el peso que se transporta sobre la espalda. La lucha por la vida en un ideal casi barojiano, la universidad americana, el esfuerzo. Después la vida anodina, la falta de estímulo, la mujer melancólica que distancia del afecto, luego una hija, más tarde los problemas, la persecución del malo, siempre hay un malo en nuestras vidas, Lomax es el malo de Stoner.

El tedium vitae, el envejecimiento prematuro, la vida que se escapa y no hay quien la detenga. No se puede detener la vida. Después el aire fresco, el nuevo impulso vital, la primavera postrera que llena de ilusión los días de amargura como en una libertad condicional bien merecida. Ecos que luego se verán en Coetzee. Stoner acepta con resignada fuerza los avatares intangibles del destino. Stoner es un estoico.

Stoner es un poco Holden Caufield y un poco Hans Castorp. Stoner presta su carne al drama de la existencia, al pasar de las horas que hieren hasta que la última produce, como en el adagio latino, la necesaria consecuencia. Stoner es un libro inmenso en su simplicidad, una historia que nos suena, tal vez la estemos viviendo o la hayamos vivido. Tal vez seamos Lomax, o la señorita Driscoll, o tal vez seamos Stoner.