Como un susurro musical que acompaña a las imágenes de gran belleza de las que Max Kestner se sirve para hacer un boceto de Copenhague (Dromme in Kobenhavn) , Johann Johannsson crea una banda sonora que escapa del concepto tradicional de acompañamiento musical al soporte visual.
La música, clara y con mil matices acompaña imágenes casi oníricas que evocan los mil ángulos de la ciudad. Puertas que no se abren ni se cierran, que dejan intuir las vidas que, tras ellas, confieren carácter a la ciudad. Johannsson esboza sonidos de gran belleza, el piano delicado, jazzístico en su concepto, adereza con acierto cada sensación que provoca la imagen límpida . No es necesario afrontar el film para disfrutar de una música que mantiene su carácter hipnótico en cada pieza del cd. Purismo y elegancia musical sin ornatos, en una obra de estética irrefutable