El exilio imposible editada por Ariel es la obra de George Prochnik sobre el forzoso exilio de Stefan Zweig y las repercusiones que éste tuvo en su vida y desde luego en su obra. Hemos traído siempre a nuestras páginas los libros más relevantes que en lo últimos tiempos se han publicado sobre nuestro admirado Zweig. Reseñamos "Cumbre apagada" de Benjamín Jarnes, "Destellos de vida" de la propia Friederike Zweig, y más recientemente "Las tres vidas de Stefan Zweig" de Oliver Matuschek. Traemos hoy a nuestras páginas el último gran libro publicado por Ariel.
Todos estos titulos se complementan de forma muy interesante y la lectura de todos ellos es un eficaz vehículo para la comprensión de una personalidad tan compleja, como la de Zweig y de cómo lidió con los avatares que atacaban su mundo. El libro de Prochnik, se vale de los anteriormente citados y de otros muchos tal como se recoge en la propia bibliografía del autor, pero va más allá de las caracterizaciones psicológicas que se perciben en ellos, para dar un paso más en el análisis de exilio, el exilio como huida, como hégira casi espiritual, necesaria hasta límites patológicos. Se ha acusado a Zweig de muchas cosas: de hombre melifluo, de hombre rico incapaz de mostrar arrojo ante la dificultad, de hombre egoísta que tan sólo se preocupó por sí mismo hasta el punto de arrastrar al suicidio a la pobre Lotte, mujer joven que se vio abocada a la muerte prematura por el capricho del autor. Lo cierto es que todo tiene matices, y esos matices son los que analiza el autor con certera maestría. La personalidad de Zweig es compleja, sensible. Su enorme cultura se vuelve en su contra, encuentra dudas de sensibilidad y dudas de vida, dudas que solo se alcanzan tras un itinerario vital complejo y una cultura enciclopédica. Sus dudas cristalizan en la nostalgia de ese AEIOU (Austria Erit in Orbe Ultima) que con maestría acompaña siempre a mi amigo Arnoldo Liberman. Zweig puede ser ese último hombre de su mundo de ayer, no soportó el advenimiento de ese reino de bárbaros que acabó con la ética que sustentaba la estética de una sociedad esencialmente culta, donde uno podía estar una tarde entera en un Café del Ring, leyendo el Wiener Zeitung tomando placenteramente un kaiser melange, mientras en la mesa de al lado se hablaba de Mahler o Schoenberg.
El libro, extraordinariamente bien documentado es un texto de primer nivel para quienes estén interesados en la vida de Zweig. El exilio, no sólo el postrero de Petrópolis en el último tránsito magistralmente narrado en la película, que creo recordar no se distribuyó en España (Lost Zweig), sino en todos los lugares que vieron el paso de Zweig, desde Bath a Antibes, donde la compañía de Roth le ayudó a superar su melancolía dañina, hasta Estados Unidos. Son interesantes las reflexiones sobre el exilio estadounidense, y sobre el modo de vida genuinamente americano, al que nunca llegó a adaptarse, como si lo hicieran en mayor medida Adorno o Thomas Mann. Zweig es una época, representa el buen gusto literario, la prosa certera y sencilla, representa el miedo al advenimiento de la barbarie, a una nueva época que parece empujarle a un abismo que se consumó tras aquella dosis de Veronal.