La figura de Vladimir Horowitz se engrandece con el paso de los años. Un pianista no alcanza el grado de supremo maestro hasta que sus grabaciones no son estudiadas por los alumnos de la nuevas generaciones. Horowitz es la base de una manera de entender la interpretación y un catálogo de las formas que tiene un músico de acercarse a las partituras clásicas. Su formación de manos de su madre también pianista y posteriormente en el conservatorio de Kiev son los cimientos de un criterio a la hora de aportar a la historia de la música un nuevo modo de entender a Chopin a Beethoven o a Rachmaninoff.
Su debut en el Carnegie Hall de Nueva York es sólo el principio de una serie de interpretaciones mágicas que dejarán para el recuerdo una nueva manera de interpretar al piano. Su unión con Toscanini en una serie de giras por los Estados Unidos crea magisterio en sentido estricto. Muchas de esas grabaciones vuelven a utilizarse hoy como canon interpretativo. Horowitz se casa con Wanda la hija de Toscanini haciendo casi sanguínea la alianza con el maestro.
Pero no es el Ucraniano un músico al que le guste prodigarse en exceso, de modo que alterna sus labores docentes con el estudio en su casa de Nueva York. Horowitz es hombre discreto y reflexivo heredero de la Rusia más deprimida, que asume como propio todo cambio que llegue a su vida. Nueva York trata bien al maestro y su presencia en el Carnegie es recurrente. Sus conciertos grabados por la CBS en tal escenario dieron la vuelta al mundo. Jóvenes estudiantes hacían colas días enteros en las gélidas aceras neoyorkinas. Esas grabaciones de Chopin, Liszt y sobre todo del Concierto Emperador fueron el estímulo que Horowitz encontró par ala formación de nuevos talentos a la que consagró buena parte de su vida. Sus apariciones televisivas le hicieron calar en buena parte del público sajón y su programa se convierte pronto en referencia obligada en los conservatorios. Pero Horowitz desea interpretar a rachas y quiere volver no sólo a los escenarios americanos sino también a Europa, su amada Europa. Ël mismo decía que había empezado en ella y que debía despedirse de sus amigos. Su aparición en Londres fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia de Inglaterra. Horowitz dominada a la perfección la escena y comienza el concierto interpretando el Himno nacional.
El piano se ha prestado a la creación de mitos, y Horowitz “el dios del piano” como fue definido ha dejado un legado bien definido e imperecedero.