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¿TE ACUERDAS?

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DANIEL LOPEZ FIDALGO

¿Te acuerdas Paul de aquellas tardes en Detroit? Aquellos días en los que pensabas que lo tuyo era el saxo. Cuando pensabas que un muchacho como tú debía dedicarse a soplar y soplar hinchando mofletes. Si estaba claro que no te gustaba…, no sé cómo tardaste tanto en darte cuenta de que lo tuyo era la cuerda. Si es que la cuerda también le presta al jazz lo que necesita, y tú empecinado como siempre en seguir por donde no te había llamado nadie. Menos mal que al oir a Kenny Burrell acabaste de entender que la cuerda es la delicadeza que tu espíritu inquieto necesitaba. Hay caminos tortuosos pero te diste cuenta a tiempo. No nos pasa a todos Paul. Acuérdate de muchos de tus amigos de Pensilvania. Qué cantidad de talento desaprovechado. ¿Hay algo más triste? ..Bien sabes que no.

¿Te acuerdas de Nueva York? De cómo sentiste la verdadera llamada del jazz, de cómo el bajo fue tu vida.  El bajo era otra cosa ¿eh? Como sentir su inmensidad sobrecogedora, cómo innovaste usando el  arco frotado y dominando el pizzicato. Siempre te gustó improvisar lo justo, no te gustaba ser protagonista, pero cuando lo hacías, ah, cuando lo hacías se paraba el mundo.  ¿Recuerdas las caras de aquellas mujeres que bajaban de Harlem solo para verte? Amigo eras el rey, el amo.  Cuando se callaba Kenny, no había quien le hiciera callar, y te dejaban sólo, con el foco dirigido a tus dedos,  aquellas muchachas lo habrían dado todo por seguirte. Tus manos rezumaban resina, tu mano izquierda no paraba de subir y bajar, sin sentir el cansancio, tu mano derecha se olvidaba del esparadrapo con el que las protegías y resonaban  vibratos imposibles.

  Cómo sentiste el Hard Bop. La verdad es que nunca pensé que te diera tan fuerte amigo.  Luego conociste a Sonny. ¡Qué tio! Era impresionante verle con toda esa envergadura desplegada sobre su saxo, qué potencia de otro mundo. Supiste entenderle, y juntos sonabais como nadie. Ya hay que ser bueno para liderar una sesión con esos tios. Coltrane, Rollins, y ahí estabas tú un tímido muchacho de  Pittsburgh ( que feo es Pittsburgh) liderando una sesión con esos extraterrestres, sin ablandarte una pizca. Nunca me sorprendiste demasiado, siempre creí  en ti lo que pasa es que no me imaginaba que llegarías tan lejos. El bajo y tú triunfasteis juntos. Nada  de rítmica ¿eh? El bajo como protagonista y los demás que se callen un poco, que ya está bien de estar ahí detrás como de espectador. Tu delante, con la cabeza bien alta, que te vea todo el mundo.

 

 

 

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Esclavos De La Soledad

Con el buen hacer de Galaxia Gutenberg, en una edición impecable tenemos ante nosotros una joya de la novela inglesa.

Un ejercicio de intimismo inquietante. Una novela de guerra pero sin guerra, de sensaciones, de la claustrofobia que destilan los personajes solo por estar juntos en una pensión que es la atmósfera que oprime mas que la propia guerra. Un Londres mísero, deprimido que perfila los personajes de una trama en la que la psicología de cada uno de los miembros es arquetipo universal de quienes forjan la propia contienda. Unos personajes que viven el desarraigo de estar donde no deben y donde no quieren. ¿Hay peor sensación? El encierro por culpa de una guerra , que aunque cercana, queda lo suficientemente lejos de las paredes de la pensión como para servir de motivación a la estancia en un lugar que es el microcosmos indeseado pero tan real como una vida desprovista de esperanza.

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