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ZOLTAN KODALY, ESPÍRITU DE HUNGRÍA

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 EL ESPIRITU DE HUNGRÍA La vida de Kodaly es la esencia de la vida húngara. Un país que ha sido encrucijada de culturas, de esencias del Danubio, de vidas errantes y sonidos zíngaros. Hungría atesora un folclore que parece hermético en un primer momento. Da la sensación de que los cantos populares tratan de recrear una historia eterna, nacida del fuego y los vaivenes de lo que fue un imperio y sigue teniendo la impronta de esa época dorada, casi vienesa, que fomentaba las estéticas de una burguesía refinada que encontraba aquí y allá un brillo magiar con que alimentarse.

Kodaly trata de clasificar, de estudiar , de sentir de entender ese folclore que el savia que irriga el carácter de un pueblo que siempre vivió entre dos mundos. El contacto con Bartok y esa obsesión por el orden, le permite catalogar el tarro de las esencias magiares y recopilar más de cien mil canciones. La pasión de Kodaly era el estudio aunque más tarde desarrollar ala crítica musical y la composición , alternando estas disciplinas con la dirección. Su paso por la Comuna le acarrea ciertos problemas pero luego de éstos se ganó el bien merecido respeto de cuantos regímenes fueron sucediéndose. Kodaly supo guarnecerse de los vientos de  cambio y recrear esa esencia húngara hasta ser el icono del patrimonio cultural de aquél pais. El Salmos Hungaricus fue la consagración en su tierra, su composición más laureada. La conmemoración de la unificación de Budapest fue el motivo para una composición que es orgullo patrio. Kodaly recrea danzas, cuadros de marcado carácter campesino que huelen a la tierra que le vio nacer. Su obra es un constante homenaje a las raíces, y sus raices son su vida y su música, una recreación de lo que parece evocar un atardecer de Magris en una constante vuelta a un Danubio que pide una copa de Tokalj.

 

Última actualización el Sábado, 12 de Septiembre de 2009 18:54  

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Newsflash

Este volumen editado por Fondo de Cultura Económica sintetiza la visión heideggeriana del camino necesario para Ser Y tiempo. Un estudio del camino filosófico de la esencia mística, un punto de vista crítico de la visión agustiniana del hombre y la relación consigo y con Dios. Heidegger parte de la visión agustiniana de Troelstch, Dilthy, y v. Harnack. El conocimiento de sí mismo como meta mística en la relación con el propio ser creador  puede ser coto vedado para el hombre. El "Dasein" pieza angular del pensamiento de Heidegger está en la encrucijada. El Dasein, ese concepto simple y completísimo a la vez que fue desgranado con maestría por Edith Stein en su obra "La filosofía existencial de Heidegger", es algo que no es transparente para el hombre, el hombre no puede desbrozar de forma unilateral su propia consciencia de sí mismo, el corazón del hombre se llena de angustia por el mero hecho de vivir, la angustia existencial y su germen son la esencia del llanto del hombre. El conocimiento de la vida religiosa solo puede provenir del sentimiento religioso, ahí y justamente ahí se encuadra la mística. La mística como forma elevada de manifestación del fenómeno religioso es el objeto de estudio de un libro bellísimo, lleno de vericuetos para la búsqueda y encuentro de la concepción fenomenológica del Libro X de las Confesiones de s Agustin.

 

Libro de altura intelectual que demanda de lectura meditada y sosegada, para exquisitos paladares.