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ZOLTAN KODALY, ESPÍRITU DE HUNGRÍA

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 EL ESPIRITU DE HUNGRÍA La vida de Kodaly es la esencia de la vida húngara. Un país que ha sido encrucijada de culturas, de esencias del Danubio, de vidas errantes y sonidos zíngaros. Hungría atesora un folclore que parece hermético en un primer momento. Da la sensación de que los cantos populares tratan de recrear una historia eterna, nacida del fuego y los vaivenes de lo que fue un imperio y sigue teniendo la impronta de esa época dorada, casi vienesa, que fomentaba las estéticas de una burguesía refinada que encontraba aquí y allá un brillo magiar con que alimentarse.

Kodaly trata de clasificar, de estudiar , de sentir de entender ese folclore que el savia que irriga el carácter de un pueblo que siempre vivió entre dos mundos. El contacto con Bartok y esa obsesión por el orden, le permite catalogar el tarro de las esencias magiares y recopilar más de cien mil canciones. La pasión de Kodaly era el estudio aunque más tarde desarrollar ala crítica musical y la composición , alternando estas disciplinas con la dirección. Su paso por la Comuna le acarrea ciertos problemas pero luego de éstos se ganó el bien merecido respeto de cuantos regímenes fueron sucediéndose. Kodaly supo guarnecerse de los vientos de  cambio y recrear esa esencia húngara hasta ser el icono del patrimonio cultural de aquél pais. El Salmos Hungaricus fue la consagración en su tierra, su composición más laureada. La conmemoración de la unificación de Budapest fue el motivo para una composición que es orgullo patrio. Kodaly recrea danzas, cuadros de marcado carácter campesino que huelen a la tierra que le vio nacer. Su obra es un constante homenaje a las raíces, y sus raices son su vida y su música, una recreación de lo que parece evocar un atardecer de Magris en una constante vuelta a un Danubio que pide una copa de Tokalj.

 

Última actualización el Sábado, 12 de Septiembre de 2009 18:54  

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Elogio del caminar

David le Breton. Siruela. Madrid

 Elogio del Caminar es un libro hermoso. Un librito de esos que se agradece tener entre manos, que como por sorpresa pone ante nosotros el camino de una vida. Caminar es reflexión, es solaz, es momento de meditación, casi de ascesis. Caminar como ya lo hicieron otros, como caminó el gran Paddy (Patrick Leigh Fermor) de cuyos caminos dio sobrada constancia en El Tiempo de los Regalos y El Ultimo Tramo, entre otros excelentes libros del caminar. Caminar es vivir, como se decía de navegar, y no hacerlo es empezar a morir. La vida actual, la técnica, la necesidad del ahorro de tiempo, para invertirlo a veces en peores cofres, relega el andar, el paseo como momento vivificador en el que poder encontrarnos a nosotros mismos, en un estado de plena consciencia. Caminar es un vehículo del pensamiento, un modo de acercarse a uno mismo tomando distancia. Por todo ello este librito, editado con gusto por Siruela, es un momento en el tiempo, un momento para la bella y literaria reflexión de todo lo que significa caminar