ESTRENO LADY MACBETH TEATRO REALEl Teatro Real estrenará el próximo 3 de diciembre ópera Lady Macbeth de Mtsensk, de Dmitri Shostakóvich (1906-1975), de la que se ofrecerán 8 funciones, con dirección musical de Hartmut Haenchen y dirección de escena de Martin Kušej. La producción que se verá en Madrid refleja con extrema crudeza la trágica historia de Katerina Ismailova, cuya pasión amorosa y deseo sexual la llevan a un camino de perdición, en el que es víctima de la opresión, despotismo, hipocresía y machismo de la sociedad rural rusa de finales del siglo XIX, retratada con descaro y escarnio por Shostakóvich, basándose en el relato homónimo de Nikolái Leskov. Partiendo del folclore y de la tradición operística rusa, Shostakóvich compone una música vigorosa y llena de contrastes, muy cinematográfica, que alterna un lenguaje rudo y salvaje con momentos de delicada expresividad, distorsionando y deformando melodías y danzas de su país y satirizando con insolencia los personajes tipificados por la literatura rusa del siglo XIX: el terrateniente déspota, el cura lascivo, el policía corrupto, el pueblo alcoholizado, etc. Los cantantes que interpretarán los papeles protagonistas de la ópera en Madrid •Eva-Maria Westbroek (Katerina Ismailova), Michael König (Serguéi), Vladimir Vaneev (Borís) Ludovít Ludha (Zinovi) y Carole Wilson (Aksinya)•vienen avalados por sus excelentes actuaciones en la Nederlandse Opera de Ámsterdam (2007) y en la Ópera Nacional de París (2009), en donde la ópera fue presentada con gran éxito. |
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STONER. JOHN WILLIAMS Editorial Baile del Sol
Esta es la historia de un libro bellísimo, de un libro olvidado durante años que no ha tenido el éxito que merece en nuestro país, pero acabará teniéndolo, estamos empeñados en ello. Gracias a editorial Baile del Sol y a su trabajo inteligente podemos disfrutarlo Stoner es la historia de un hombre común, un hombre vulgar, héroe de su propia cotidianeidad. Un hombre como los de Capra, un hombre como James Stewart, ese americano medio que renuncia a sus sueños fagocitado por la abrumadora presencia de la vida, pre diseñada, que urde sus hilos invisibles como Aracne. Stoner, cuya presencia es una piedra, una losa en cada página del libro es un hombre de Missouri, labrado a la usanza de la vieja América, siempre tan nueva. Medio rural, granja, padres esforzados y favores debidos. Losa de un esfuerzo de la generación precedente con el que uno parece sentirse siempre en deuda; esa deuda es la losa, el peso que se transporta sobre la espalda. La lucha por la vida en un ideal casi barojiano, la universidad americana, el esfuerzo. Después la vida anodina, la falta de estímulo, la mujer melancólica que distancia del afecto, luego una hija, más tarde los problemas, la persecución del malo, siempre hay un malo en nuestras vidas, Lomax es el malo de Stoner. El tedium vitae, el envejecimiento prematuro, la vida que se escapa y no hay quien la detenga. No se puede detener la vida. Después el aire fresco, el nuevo impulso vital, la primavera postrera que llena de ilusión los días de amargura como en una libertad condicional bien merecida. Ecos que luego se verán en Coetzee. Stoner acepta con resignada fuerza los avatares intangibles del destino. Stoner es un estoico. Stoner es un poco Holden Caufield y un poco Hans Castorp. Stoner presta su carne al drama de la existencia, al pasar de las horas que hieren hasta que la última produce, como en el adagio latino, la necesaria consecuencia. Stoner es un libro inmenso en su simplicidad, una historia que nos suena, tal vez la estemos viviendo o la hayamos vivido. Tal vez seamos Lomax, o la señorita Driscoll, o tal vez seamos Stoner. |